''Tanguitos de un Duende Porteño''
Data: Saturday, 05 February @ 02:30:44 CET
Argomento: Poesie - Storia - Letteratura


Luis Cardei adquirió "mediano éxito" presentándose en conocidos bares del centro de Buenos Aires.
Por Irene Hartmann
En Español

Tanguitos de un duende porteño Luis Cardei adquirió "mediano éxito" presentándose en conocidos bares del centro de Buenos Aires. Siempre solo, con un banquito y su bandoneonista. Eligió un repertorio peculiar, entre otras cosas porque no interpreta tangos de Piazzolla. Con seducción y en voz baja se dispone a mantener una charla de café. Espera sentadito en la mesa del living comedor, acompañado de su paquete de cigarrillos, una pulsera para las buenas ondas y un teléfono inalámbrico que no dejará de sonar. En la casa del cantante Luis Cardei hay concentrado un fuerte olor a tango. La primera vez que cantó en público fue hace "nada menos que 35 años", cuando tenía 15, en un concurso en un club del barrio de Villa Urquiza, donde vivió toda su vida. -¿Qué le diría a una persona que detesta el tango? -Si es un argentino, uno de mi patria, me preocuparía mucho; si es porteño, me pondría muy triste. Y decirle... no le diría nada porque me daría cuenta de que está desconociendo su identidad. Detestar el tango es detestar el barrio, el recuerdo de la escuela, de los amigos, de la novia y de la mamá. El tango no es un guapo parado en un farol. Somos nosotros, que no sentimos ni en húngaro ni en francés: sentimos en criollo. El Barrio Vestido de negro de pies a cabeza, a Cardei se le hincha la vena del cuello (y eso que es muy tranquilo) ante la sola idea de que "el barrio" haya desaparecido: "¡Claro que sigue existiendo!, lo que pasa es que se lo ignora un poco. ¿No viste que si te preguntan `por qué lado vivís´ vos respondés `por Chacarita´? El barrio está." Hablar de tango es como una danza que traslada la conversación constantemente, como si ésta fuera una pista: de hablar de canción se pasa a recordar orquestas y, así, se termina hablando de los cantores, de los letristas, de los recuerdos. "Luisito", como él se llama a sí mismo, cuenta que el próximo 24 de junio -como todos los años-, será un día especial: "El 24 de este mes, para mí, es como un día patrio. Se conmemora la muerte del inventor de mi pasión, el inventor del tango canción. Era un ser humano bárbaro, simpático, buen amigo, galán, muy pulcro... era Carlitos." -Carlos Gardel fue el gran exponente del tango y aún sigue vigente. Hasta se dice que cada día canta mejor. Pero, ¿cuál es su opinión de él como compositor? -Bueno, si uno tuviera que contestar así de pronto, ligero, o tuviera que contestarle a una persona que tiene un recorrido de vida mayor al tuyo, diría que Gardel fue estupendo componiendo. Pero vos sos una florcita (por la periodista) y pretendés que responda con sinceridad. Yo te diría, así en esta tarde hablando -porque en algún momento vos lo vas a recordar-, que a las personas grandes como Gardel siempre se les ofrendaba algo. Se les decía `mirá lo que hice, ¿lo querés firmar vos?´. No estoy seguro de que las letras hayan sido de Carlitos. El cruce de las mujeres y el tango Para referirse a una mujer -no importa quien, pero sí que cumpla con ciertos requisitos- Cardei antes arroja un colchón de flores donde se apoyarán sus palabras. Aunque opina que le "falta bastante pinta, por lo de las piernas" (nació hemofílico y por estar años en cama no le crecieron las piernas proporcionalmente respecto del cuerpo), él es, indudablemente, muy seductor: come con la mirada y todo eso logra que, sin querer, se le desvíen un poco las respuestas. Todas, como debe ser, involuntariamente entonadas con la música que él mismo genera en el ambiente de la entrevista. -¿Le gusta alguna cantante? -Sí, la mujer... a mí me pareció siempre que todo lo que hace, lo hace bien. Es todo lindo. Cuando veo que una mujer hace algo, ya sé que me va a encantar. Y si canta, te podés imaginar cómo me pongo, ¿no? -Pero, ¿me puede mencionar alguna que le guste cómo canta? -¿A eso te referías vos? Bueno, que me guste, es un poco un estilo mío. Yo tengo, humildemente, alumnos y alumnas. Algunas de ellas me gustan mucho. Yo a ellas les busco un repertorio para mujercitas, viste. La mujer nunca tiene que dejar de ser femenina, y lo mismo en el canto. -¿Pero puede o no nombrar alguna cantante profesional que le guste? -Y... me gusta mucho Lidia Borda. No le agrada en lo más mínimo tener que admitir que algo no le gusta. Si lo hace, da miles de vueltas antes de responder. Pero si le hablan de la cantante Adriana Varela, no le queda otra: "Bueno, no es que no me guste. No es mi estilo." -¿Por el estilo marcadamente varonil que tiene? -No, por el repertorio que elige. Creo que la mujer tiene que cantar tangos para mujeres. No puede cantar Che Vampiresa o Muñeca de Arrabal. No es un sacrilegio, pero no queda bien. -¿Hay tangos para mujeres? -Sí, claro que hay, son un poco cursis, pero hay. Por ejemplo, eh... (piensa un rato). Es difícil, porque no hay muchos. Por ejemplo Padre Nuestro, que ahora puede sonar cursi, pero en realidad tiene que ver con la fe porque dice (entonando) `Padre Nuestro que estas en los cielos que todo lo sabes, que todo lo ves´, y le pide al hombre que la dejó, que vuelva. Es un canción muy humana. En la conversación con un tanguero nunca puede faltar la polémica. Y para Luisito, el compositor Astor Piazzolla también queda afuera de los límites permitidos por el tango: "Hay tangueros y piazzollistas. Creo que la diferencia está en que Piazzolla inventó una hermosa música de Buenos Aires que no es tango." -Siempre canta acompañado de un bandoneonista. Usted, ¿no toca ningún instrumento? -No, apenas puedo tocar acá alguna guitarreada, porque tengo un problemita en las manos (por la hemofilia). Pero le dedico algunas notitas a María (su esposa) mientras prepara la comida. Cardei dice que nunca intentó componer porque no le gusta "eso del canta-autor", y agrega casi cabizbajo: "Yo de eso soy muy respetuoso. Creo que deben componer los que saben." Muy caballero -tal vez un poquito machista, pero dentro de los límites de lo agradable-, extremadamente sensible, bajito y asumidamente inútil para efectuar grandes movimientos con su cuerpo, Luisito es como un camaleón que acomoda sus ánimos según el tono de la pregunta. Con facilidad se ríe de una anécdota, se amarga por una muerte y demuestra odiar su enfermedad - aunque sea muy sutil-. Con facilidad, Luisito se conmueve y no tiene que hacer grandes esfuerzos para agarrar los corazones del público, acongojarlos, y devolverlos a sus dueños ahora absolutamente conmovidos por la sola presencia de este duende tanguero. -Cuando yo me vaya, al terminar la entrevista, ¿qué tango va a escuchar? -Está bien hecha esa pregunta porque yo me manejo mucho con los momentos. Ahora mismo estoy acá con vos, así que no escucharía cualquier cosa. Escucharía un valsecito que se llama A Unos Ojos. -¿Por qué? -Es un vals criollo cuya letra sintetiza en los ojos de una mujer un montón de situaciones que se le producen al autor cuando él se mira en esos ojos. Denota la suavidad del agua en calma, la pureza cristalina del alma. Hay una parte que dice que a veces la dueña de esos ojos saca provecho de lo que necesita. Tose un poco, agarra el borde de la mesa con las dos manos y canta sin el pedido de nadie, sólo por placer: "Bien tu sabes que mi vida está en tus ojos / ellos son mi alegría y mi amargura... no me acuerdo el resto, dice algo de que me hacen sentir apenado cuando lloran y me llenan también de... de... ahh sí... De ternura."





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