Cosas de negros
Data: Saturday, 28 January @ 17:15:44 CET
Argomento: Poesie - Storia - Letteratura


Jorge Luis Borges Salió en su defensa cuando muchos dispararon contra su tesis "negrista". En 1926, año de edición de Cosas de negros.....

 



Borges salió en su defensa cuando muchos dispararon contra su tesis "negrista". En 1926, año de edición de Cosas de negros, el tango en especial y la cultura popular rioplatense en general eran poco menos que "cosas de negros" en un sentido no exactamente igual al sugerido por Vicente Rossi en el título de su ensayo. Se dijo que el libro no lograba respaldar con documentación fidedigna lo que intentaba sostener. Que su autor, un periodista uruguayo atrincherado en una editorial cordobesa, ternía errores ortográficos (cuando en realidad buscaba volcar en los libros los giros de la lengua coloquial criolla). Si se piensa un instante, es lógico que aquel Borges de criollismo y vanguardia se haya sentido atraído por este texto delicioso y muy curioso para su época. Un escritor mal conocido y situado al margen del sistema literario, que se nutría de la investigación histórica como de la crónica de costumbres, no podía menos que seducir al autor de "Evaristo Carriego".

Esta nueva reedición de Cosas de negros, con prólogo de Horacio Jorge Becco, es un acontecimiento cultural. Sin exageración: más citado que leído, la segunda edición del texto (por Hachette, en una colección que dirigía Gregorio Weinberg) era de 1958 y sólo la consultaban los especialistas. Ahora Rossi coexiste en las mesas de novedades con otros ensayos argentinos y su situación es interesante. A grandes rasgos, puede decirse que la osada tesis del autor no ha sido del todo desacreditada. Es cierto que Rossi cayó en cierto "favoritismo" a la hora de adjudicarle a los afroamericanos la paternidad de casi todos los elementos fundacionales de la vida cultural suburbana: la milonga y el tango, las comparsas y las "academias" de baile, etcétera. Esto irritó en su momento a Carlos Vega, más proclive al tango andaluz y la influencia española. Pero el modo en que Cosas de negros acentuó una presencia social y cultural que tuvo un peso mayor al que se suponía por entonces fue un auténtico acto de reparación histórica.


Rossi le devolvió el rostro y la voz al negro rioplatense en tiempos en que el jazz en los Estados Unidos, el son en Cuba, el samba en Brasil y el tango en la Argentina y Uruguay emergían con vitalidad sin que se supiera con claridad de dónde provenían. Rossi tomó las banderas de la cultura negra y las paseó por diversos ámbitos, sobre todo el musical. Empezó con el candombe en su doble significación de lugar o fiesta de "negros bozales" y de ritmo rioplatense. Siguió con la milonga y el tango, sólo diferenciados, según el autor, por el orden cronológico y la forma de baile y se internó en los cuartos de "las chinas" que alegraban la vida de los cuarteles, para luego proyectarse a ese infierno de la moral femenina llamado "academia".

Al demorarse en el tango y su éxito en Europa, Rossi pensó bien la relación centro-periferia y el sentido de cosa exótica que, para los europeos, tenían las "cosas de negros". Algunos párrafos de esa parte descubren la sutileza literaria del escritor revisitado: "Y si París creyó que iba a reírse de ''un baile de negros'', se equivocó, porque el negro siempre ha reído el último. El tango, como buen criollo compadrón y astuto, se dio cuenta en el acto del ambiente y derrochó allá sus millones de sensualidad, de animalidad oliente; mareó a los asombrados parisienses con sus deliciosos desperezamientos de hembra mimada; y sus notas de extraña sujestión (sic) hicieron pases magnéticos en cerebros, almas y nervios, que habían creído agotadas las sensaciones que alegran la existencia sin malgastarla". 

 







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