CARMENCITA CALDERON
Data: Sunday, 06 March @ 01:11:40 CET Argomento: Varie sul Tango
"Carmencita Calderon la compañera de baile de Cachafaz"
festejó su cumpleaños numero 100 en una milonga En Español
Por Laura Falcoff.
Para CLARIN
El viernes pasado, alrededor de la medianoche, el
organizador de un salón de tango del barrio de Flores parecía a punto de
sucumbir a las tensiones y ajetreos del momento: dos y tres veces más que los
numerosos parroquianos habituales, gente apretujada en las mesas, la pista de
baile abarrotada, fotógrafos, cámaras de televisión. La agitación y el tumulto
eran comprensibles ya que para esa velada la milonga La Baldosa había organizado
un homenaje a Carmen Calderón —última compañera de baile del legendario Benito
Bianquet, El Cachafaz— en ocasión de su cumpleaños número cien.
En los
últimos tiempos las celebraciones se han vuelto una rutina para Carmencita
Calderón. En 2002 bailó con Juan Carlos Copes en el Teatro Colón, en el marco
del Festival de Tango de Buenos Aires; en 2001 recibió un homenaje de la
Legislatura del Gobierno de la Ciudad, acto en el que también bailó, llevada por
tres sucesivos partenaires: Carlos Copello, Miguel Zotto y Jorge Firpo. Ella
toma estas cuestiones con alegre parsimonia; "me entretienen", dice.
Carmencita Calderón no es sólo un prodigio de lúcida supervivencia;
también hay en ella vitalidad, buen humor y una cándida coquetería. El vestido
negro y morado que lleva para esta oportunidad fue diseñado por Aurora Lúbiz
—también espléndida bailarina profesional—, quien tuvo que atender a un pedido
firme de la homenajeada: borde de flecos en el ruedo de la falda. En los años 30
(contaba Carmencita en una entrevista hecha diez años atrás), usaba para el
escenario un vestido de paisana, de organza y bien largo: "eran otros tiempos;
fíjese que debajo llevaba un pantaloncito de terciopelo negro por si acaso las
polleras se movieran más de lo conveniente. Ocho centímetros de taco, pañuelo en
los hombros y siempre flores en la cabeza, para hacerme más alta. Mucho después,
en el año 1937, durante una temporada que hicimos en el Teatro Nacional con la
cantante Azucena Maizani, ella me regaló una blusa de seda Tutankamon —que
entonces se había puesto de moda y se llamaba así porque acababa de descubrirse
la tumba de Tutankamon— y una pollera de laneta negra a la pantorrilla. Recién
después de la muerte del Cachafaz, cuando bailaba con El Tarila en el famoso La
Querencia de Avenida de Mayo, me hice un tajo en la pollera."
Carmen
Calderón fue compañera de baile del Cachafaz a lo largo de una década. Muchas
veces ha contado la historia de su encuentro con Benito Bianquet: "Yo iba al
club Sin Rumbo de Villa Urquiza para acompañar a mis hermanitas. Me sentaba
entre las viejas y miraba. Un domingo a la tarde, era en verano, se me acerca
uno de los chicos y me dice que tengo que bailar con José Giambuzzi, El Tarila.
Le digo que sí y al terminar el Tarila me pregunta: "¿Usted aceptaría ser mi
compañera, y la compañera de Benito Bianquet, el Cachafaz?". Cuando escuché
Cachafaz me prendí como abrojo. Ahí nació Carmencita Calderón".
Sus
descripciones de Benito Bianquet suelen ser muy coloridas: "Era esbelto, alto
—dice Carmencita— y tenía una suprema prestancia, semejante en sus corridas a
quien pasea por Florida. El caminar del Cacha en el tango era espontáneo. La
elegancia estaba en su caminar de apariencia ingenua, de perfecta naturalidad.
Tenía una gran variedad de pasos y no perdía la elegancia ni en figuras como la
sentada, que en otros podía verse procaz pero que en él era una pintura. Nadie
pudo suplantarlo nunca, ni siquiera ahora; no hay bailarín que baile como Don
Benito Bianquet. Sin ser lindo, era entrador, amable, elegante; un señor."
Una torta de cumpleaños gigantesca espera su turno. Ya pasaron por la
pista los números de exhibición de tres parejas de baile (entre ellas, la del
extraordinario Gabriel Missé y su compañera). Se aquietan las efusiones de
amigos, conocidos y curiosos —casi a punto de ahogar a la festejada— y las
cámaras se retiran un poco. Carmencita se pone de pie y con gracia inefable sale
a bailar un elegante tango de Di Sarli con Jorge Dispari, un compañero
circunstancial .
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