REPORTAJE A REMI HESS, INVESTIGADOR DE LA PAREJA DANZANTE
Data: Friday, 15 April @ 02:29:56 CEST Argomento: Varie sul Tango
El tango
imposible No siempre hubo parejas: las hay desde hace un par de siglos.......!! según explica Remi Hess En Español
Autor Por Alejandro Lipcovich
El tango
imposible No siempre hubo parejas: las hay desde hace un par de siglos, y una
danza, el vals, fue su primer testimonio. Otra danza, el tango, resultó ser el
primer testimonio de que, en la pareja, “el encuentro con el otro es casi
imposible”
“El tango es la crítica de la pareja”,
sostiene el investigador francés Remi Hess. La pareja, lejos de haber existido
siempre, tuvo una aparición en la vida pública que es posible fechar
históricamente: según Hess, se vincula con la Revolución Industrial y puede
correlacionarse con la evolución de las danzas en Europa, en particular el
nacimiento del vals. El vals “presentó a la pareja como algo universal, de
carácter positivo y digno de gran entusiasmo”, pero esa mirada se revirtió a
finales del siglo XIX y principios del XX, en un movimiento en el cual, según
Hess, se conjugan la aparición del psicoanálisis y la del tango. Esta danza se
desarrolla cuando cae “la visión optimista de la pareja”; en el tango, “cada
bailarín tiene su historia única que hace casi imposible el encuentro con otro”.
–¿Qué relación hay entre el vals y la pareja tal como hoy la conocemos? –La
pareja no existía antes del vals, y es una forma social que surge casi al mismo
tiempo que el sujeto individual. Michel Foucault habló del surgimiento del
sujeto, pero creo que el trabajo acerca del nacimiento de la pareja está por
hacerse: hubo un proceso por el cual la pareja se desprendió del grupo en el
baile: antes las danzas eran todas grupales; grupos de hombres y grupos de
mujeres, y si bien de tanto en tanto se producía un intercambio, los momentos en
que estaban juntos hombres y mujeres eran muy pocos. Finalmente, el baile es una
metáfora de la vida social. Cuando la pareja se desprendió del grupo, reivindicó
una existencia autónoma, cosa que sucedió en la época de la Revolución
Industrial, cuando la llegada masiva de los campesinos a las ciudades hizo
surgir un nuevo urbanismo, en el que se le dio un nuevo lugar a la pareja. En el
campo la gente vivía en una sola habitación, mientras que la cultura urbana
permitió la emergencia de habitaciones separadas. Antes de la Revolución
Francesa no se vivía en pareja; incluso los ricos tenían habitaciones separadas
–contestó Remi Hess, autor de El vals: un romanticismo revolucionario, de
reciente aparición (editorial Paidós). –¿Cuándo comenzó este proceso de
aparición de la pareja en el baile? –Primero hubo borradores, intentonas del
vals. Ya en 1500, con la volta, hubo un intento de hacer aparecer la pareja en
el baile. Duró un siglo, pero la sociedad no estaba lista para aceptar a la
pareja, aun cuando algunas personas clarividentes, como Elizabeth I de
Inglaterra o Lutero, apoyaron el baile en pareja. Sin embargo, rápidamente el
protestantismo se mostró hostil a la pareja, al igual que la Iglesia Católica y
que todas la fuerzas políticas de la época. La Inquisición llegó a quemar
mujeres por bailar en pareja; se decía que, cuando un hombre y una mujer
bailaban, el diablo estaba en el medio. Había una lucha social para tratar de
que la pareja pudiera establecerse en la vida pública. –La pareja tiene entonces
fecha de nacimiento... –Cuando uno pasea por París o por Buenos Aires, se tiene
la impresión de que la pareja ha existido desde siempre, pero si quiere ver lo
que era Europa en la Edad Media, es mejor pasear por Arabia Saudita. Es un
combate que sigue a escala mundial. En Buenos Aires, el vals llegó en 1806; en
esa época ya se bailaba en forma bastante libre en Europa, pero las fuerzas
dominantes en el Río de la Plata estaban contra este baile, que era visto como
casi pornográfico. Hubo que esperar un siglo para que, con la aparición del
tango y su legitimación por la burguesía europea, los argentinos pudieran tener
un baile en pareja sin persecución. –¿Cuál es el lugar del tango en la historia
del baile en pareja? –El vals había presentado a la pareja como algo universal,
de carácter positivo y digno de gran entusiasmo. El tango es la crítica de la
pareja, como algo muy difícil de construir y casi imposible de alcanzar. Las
letras de los valses son siempre universales: “Amar, beber y cantar...”, “Cuán
bella es nuestra Alsacia...” o “Viena, ciudad eterna...”. En oposición a esto,
el tango describe la subjetividad: “Mi mujer me abandonó...”, o “Estoy solo...”.
Finalmente el tango surge en la misma época en que apareció el psicoanálisis,
cuando la visión optimista de la pareja dejaba paso a una pesimista. El tango
trata estos aspectos negativos, aun cuando la pareja siga siendo un ideal. Este
movimiento es muy interesante, y no se dio sólo en la Argentina: en 1905 aparece
el blues en Estados Unidos, y en Europa la musette, que habla de la
imposibilidad de ser feliz. Pero el tango llegó mucho más lejos en la riqueza de
esa literatura, porque la importancia de la inmigración europea en la Argentina
trazó una especie de borrador de lo que el mundo iba a vivir más tarde: a lo
largo del siglo XX hubo movimientos migratorios muy fuertes, y la Argentina dio
una orientación sobre los sentimientos que se podían vivir en ese contexto.
–¿Sirve el tango como espacio que facilite el vínculo de pareja? –El tango no es
lo mismo hoy que en 1910. En aquella época sí era una ocasión de encuentro de un
hombre con una mujer. Hoy lo que prima es el trabajo de a dos en función de
construir un hecho estético. Los jóvenes bailan el tango como el baile clásico o
contemporáneo, pues para ser un buen bailarín se necesitan de diez a quince años
de trabajo. Se parece un poco a tocar el piano: al cabo de seis meses se puede
lograr algo pero no mucho. Y en el tango hay un problema que es encontrar una
pareja que esté más o menos al mismo nivel que uno. Cada bailarín tiene su
historia única que hace casi imposible el encuentro con otro. Y en las milongas,
en la mirada de los hombres que están buscando con quién bailar yo veo un terror
ante la mirada de la mujer, que puede negarse, dar vuelta la cabeza; hay un
recuestionamiento de su ser profundo. El hombre argentino impulsa fuerte la
metáfora de la virilidad, y uno se pregunta si es sólo una metáfora. La mujer,
por su parte, juega su liberación. Muchas mujeres han ido al psicoanalista, y
bailan el tango. Hay entonces una confrontación entre una tribu viril y otra en
búsqueda de la liberación y la superación. –Si el encuentro con el otro es tan
difícil, ¿por qué se baila tango? –Es un misterio, habría que explicarlo como un
hecho casi religioso. Mi madre era una católica ferviente, iba a misa todos los
domingos, y cuando volvía de comulgar tenía una mirada iluminada que se parece
mucho a la de las mujeres de la milonga. Mi madre volvía de comulgar con los
ojos cerrados, y esto lo vemos hoy en Buenos Aires, donde hay parejas que
cierran sus ojos y logran bailar juntos. Hay un punto de trance, un aspecto
sagrado, muy religioso. –¿Esto se da en un encuentro con el otro o es algo más
bien individual? –Es un encuentro con la trinidad: está el hombre, está la mujer
y está el que mira. Todo bailarín está en su individualidad, en su encuentro con
el otro, y pendiente de la mirada de un tercero. Este es el valor del tango: la
multidimensionalidad de la experiencia. En lo individual, hay que tener un
equilibrio personal. Pero se baila de a dos, entonces hay que estar con el otro.
Y esa pareja tiene que estar en el grupo y respetar las normas de la
institución. Pero lo que se vincula más fuertemente con la experiencia religiosa
es el milagro de que, viviendo al mismo tiempo y en el mismo lugar, los
bailarines están en temporalidades diferentes. El hombre, puesto que guía, está
obligado a pensar en el futuro. La mujer está en el presente absoluto. Y el que
mira ve la figura terminada, es decir que está en el pasado. El hombre, la mujer
y el tercero están en tres temporalidades diferentes. Esto es lo que hace que,
en el tango, se suspenda el tiempo. El tiempo está detenido, hecho estático, y
cuando uno participa de ese misterio, cuando uno tiene a una mujer en sus
brazos, se tiene la impresión de estar frente a un milagro. Se hace como una
experiencia de la eternidad. –¿Hay algo similar a esta experiencia en otras
danzas modernas? –La única danza que encuentro parecida es la capoeira: en ella
no hay contacto corporal, están frente a frente, pero pienso que tiene mucho que
ver con el tango a nivel de la dramatización, de la tensión muscular. Los demás
bailes están muy lejos del tango porque no tienen improvisación, todo está muy
organizado, muy coreografiado. Algunos bailes aceptan algún tipo de
improvisación, pero son muy pocos: por ejemplo, la zamba argentina; es un baile
de seducción, popular, que en mi opinión aportó algo a la genealogía del tango.
Pero la mayoría de los bailes populares son coreográficos. El tango representa
una subversión total respecto de las normas impuestas.
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